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Éxodo de empleados amenaza

operatividad del Metro 

 

 

Dos hombres coincidieron en una panadería de Catia a mediados de noviembre de 2019. Tras saludarse, el que vestía uniforme, de camisa manga corta azul claro y pantalón azul marino, le preguntó a su compañero por el trabajo: 

 

—Y a tí, ¿cómo te va? 

—No,vale ¡Yo deserté de Metro!— respondió su interlocutor y luego tomó un sorbo de café y le dio otro mordisco al cachito.

 

Acto seguido el ex operador del subterráneo caraqueño comenzó a enumerar las quejas que lo llevaron a tomar esa decisión: no le pagaban bien, no tenía seguro HCM porque la cobertura es de 100.000 bolívares —dos dólares al cambio oficial— y es como no tener nada asegurado, no se respetaban los canales regulares para los ascensos y, además, debía lidiar con la constante ira de los usuarios, por el mal servicio que presta el Metro de Caracas. 

 

—Uno de los últimos días que fui dejé un tren botado. Había retraso y le dijeron a la gente que mi tren era el que los iba a llevar, pero el mío venía presentando fallas y yo lo reporté. Terminé corriendo por los túneles, yo creía que me iban a linchar. Dejé el tren y me fui— contó y luego dijo que ni haría esfuerzos por cobrar la liquidación, pues daba por descontado que sería una miseria.

 

Desde hace al menos tres años, los trabajadores del Metro de Caracas han denunciado públicamente el deterioro de las condiciones salariales y laborales, que han llevado al personal a renunciar y buscar otras opciones, incluso en sistemas ferroviarios de otros países. 

 

 

 

El 4 de noviembre de 2019 el líder del sindicato chavista de trabajadores del Metro (Sitrameca), Edison Alvarado, reconoció esta realidad. En una entrevista de radio, expresó que 2.500 empleados habían abandonado la compañía, pero indicó que esto era consecuencia del “bloqueo económico del imperio norteamericano que enfrenta el país”. Sin embargo, no precisó el lapso en que se retiró ese personal ni a qué áreas pertenecían. 

 

Cuatro meses antes, el 16 de julio, el presidente del Metro M/G César Vega declaró que la institución contaba con “más de siete mil trabajadores activos” y “como tres mil que son jubilados y pensionados”.  

 

De acuerdo a la ONG Metro Comunidad, integrada por personal de la compañía y críticos de la gestión actual, al 26 de noviembre de 2019 había en nómina 5.929 trabajadores activos y 2.964 jubilados, según datos que pudieron obtener extraoficialmente de la Gerencia de Recursos Humanos. En esa fecha advirtieron que solo en lo que iba de año, 689 personas habían renunciado a Metro. 

 

Para el usuario, donde más se notan las ausencias, claro está, es en las estaciones. Al mediodía de un día laborable, una mujer embarazada salió en el andén de Plaza Venezuela. Venía de Ciudad Universitaria. Llevaba desabotonado el pantalón para evitar la presión en su vientre. Sin embargo, el calor por la falta de aire acondicionado en el tren la hizo desplomarse. Quienes iban a su lado la auxiliaron y la sentaron en el suelo apoyada de la pared. Mientras esperaban que apareciera un operador de la estación, el andén se vació. Finalmente llegaron unos guardias nacionales, pero en lugar de prestarle asistencia solo le pidieron a los pasajeros retirarse de ahí, pues estaba prohibido la permanencia en esa área. 

 

En las estaciones más sencillas,  como Bellas Artes o Chacao, cuando funcionan las dos casetas ubicadas a cada extremo, debería haber como mínimo seis trabajadores: cuatro operadores de estaciones, que se dividen diferentes tareas (venta de boletos, supervisión  de acceso de usuarios por torniquetes o supervisión de los equipos); un operador de protección, encargado de la atención de contingencias como, por ejemplo, que un usuario caiga a la vía férrea o se presente el parto de una mujer; y el supervisor de la estación.

 

Los trabajadores del Metro exigen mejores salarios y recuperar el servicio. Foto: Mairet Chourio

 

 

Actualmente la gran mayoría de las casetas secundarias están inoperativas (muchas desmanteladas) y en las principales se observan entre uno y tres trabajadores. En estos espacios falla la iluminación y el aire acondicionado, por lo que en algunas se han instalado ventiladores para poder trabajar.  A veces, en las casetas también se instalan funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB). 

 

Calidad y cantidad

 

Aunado a la escasez de personal, especialmente en las áreas operativas, también hay denuncias que alertan sobre la calidad de la capacitación que reciben los trabajadores que ingresan a la compañía y las consecuencias que esto puede acarrear. 


Las primeras cohortes de operadores que ingresaron al Metro de Caracas, antes de su inauguración, en febrero de 1982, recibieron una formación de seis meses, entre horas académicas, de prácticas y pruebas in situ. 

 

Quienes pertenecen a esas promociones recuerdan que durante esa época recibieron capacitación de médicos, bomberos, funcionarios de Defensa Civil (ahora Protección Civil) y funcionarios policiales. Además, debían pasar por un proceso riguroso de exámenes y pruebas psicológicas que dieran fe de que estaban aptos para el trabajo y, entre otras cosas, para asistir a las personas con movilidad reducida que hicieran uso del sistema.


Para septiembre de 2019 el subterráneo formaba a los empleados de estaciones y trenes en un período de entre dos meses y medio a tres meses. Sin embargo, fuentes que prefieren mantener su nombre en reserva aseguraron que el entrenamiento se hace incluso en un tiempo menor: de 45 días a un mes.

Con carteles de "cerrado" las casetas evidencian la falta de personal. Foto: Mairet Chourio

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De acuerdo a la ONG Metro Comunidad, el operador del tren que se descarriló el 17 de agosto de 2019, apenas llevaba tres semanas en el cargo. La información no fue confirmada ni negada por las autoridades del Metro de Caracas; para ellos ese día solo se produjo, simplemente, la falla de un tren.


Para la captación del nuevo personal del subterráneo, de acuerdo a lo dicho por el representante de Sitrameca, se acude al programa gubernamental Plan Chamba Juvenil, así como a las estructuras de los consejos comunales para que reciban los currículos.

 
Lucha por reivindicaciones 

 

Entre enero de 2018 y noviembre de 2019 trabajadores activos, jubilados y pensionados del Metro de Caracas han participado en al menos nueve protestas públicas para exigir reivindicaciones laborales. También han marchado junto a otros gremios por el mismo fin. Piden aumento de salarios, de la cobertura del seguro HCM, del seguro funerario y de los aportes patronales a la caja de ahorros. 

 

Los dos escenarios principales de estas concentraciones han sido la sede administrativa del Metro de Caracas, en el Multicentro Empresarial del Este en Chacao,  y el edificio de la compañía en La Hoyada. 

 

Entre los reclamos, incluyen la violación del contrato colectivo: que no les entregan uniformes, que los comedores están en mal estado, que no disponen de agua potable y que las áreas de descanso son insalubres. 

 

Otras quejas señalan que la política gubernamental ha permeado en la compañía y que, incluso, hay trabajadores que han sido despedidos por manifestar su tendencia política contraria al oficialismo o por criticar las condiciones precarias de la empresa, como el caso de la ex operadora de protección Deillily Rodríguez, separada de su cargo en octubre de 2018 tras dar declaraciones a un medio de comunicación sobre ese tema. Actualmente, la mujer aún lucha por su reenganche.

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Además, hay acusaciones de que Sitrameca (el sindicato del Metro), en lugar de defender a los trabajadores respalda al patrono, es decir, al Estado. Mientras tanto, el actual presidente de esta organización, Edison Alvarado Gil, afirma que “antes de dirigente sindical es un soldado de la revolución bolivariana”.  

Foto de perfil de Twitter de Edison Alvarado (@EdisonB25)

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